Un error que a menudo se comete es comparar la cosmética
natural con la cosmética industrial.
Todos estamos acostumbrados a la cosmética química: a sus
colores, texturas, aromas…, y puede ser que cuando adquirimos un producto de cosmética
natural nos encontremos con algo totalmente diferente a lo que esperábamos.
Es cierto que los aromas son importantes ya que un olor
desagradable podría causarnos rechazo a la hora de utilizar un producto.
En cosmética natural, se usan aceites esenciales, aromas y esencias alimentarias para que todo
tenga un olor agradable: azahar, miel, lavanda, limón, naranja…. Muchas de
ellas proporcionan ya el aroma al producto. Aún así, puede existir algún
producto concreto por sus propiedades que no nos resulte tan llamativo. Esto
suele pasar con productos que más que considerarlos un cosmético, debemos
contemplarlos como un ungüento, pomada o cataplasma curativa. En este caso,
aconsejo fijarse en sus propiedades, beneficios y resultados más que en el tema
puramente aromático y estético. Seguro que si lo pruebas, ya no importará tanto
su olor o color.
Respecto a la textura de un producto, podemos encontrarnos
con diferencias que nos harían pensar que no tiene nada que ver a lo que estamos
acostumbrados. Y es cierto, no tiene nada que ver…en ningún sentido.
Los productos químicos que se usan en cosmética industrial o
química, son en la mayoría de los casos, los que ayudan a que ese producto
tenga esa determinada textura. Lo que no sabemos es que los propios productos
que consiguen ese color, aroma y textura tan atractivos, pueden tener
propiedades mucho mas desagradables. Los parabenes, sustancias químicas utilizadas como conservantes y otros productos empleados como resinas, gomas, y en general sustancias que proceden de siliconas
y derivados del petróleo, son muchas de ellas tóxicas y cancerígenas. Aunque
oficialmente no nos comuniquen noticias de este tipo, existen estudios que
relacionan diversos tipo de cánceres, entre ellos el de mama, con estas
sustancias.
El mayor problema es que no hay una legislación concreta
sobre este tema, sino que las propias empresas son las que deciden la sustancia
a usar y en que cantidad.
Tal vez después de leer esto, deberíamos plantearnos que es
mejor, una textura más atractiva o preservar la salud. Yo terminaría con una
frase:
Si no lo puedes comer…no lo uses.